MÚSICA I Si canto el imposible olvido enamorado, una canción perdida, una remota nana, vienen. Vuelven desde muy lejos. Igual que un bumerán, un deseo lanzado en la niñez que inesperado ya, hoy retornase. Aflora el botín de vidrios de colores enterrado en la infancia. Si yo escucho a Satie, la tarde, como un camaleón, cambia su luz, Si llega el jazz, el humo, con la lenta ebriedad de un cubito de hielo, se evapora, se licua, cristaliza en las uñas. Si el silencio es redondo como, sin grabar, una alianza. II Si canto para probar que tengo alma el silencio es redondo como el aro de fuego por el que salta el tigre. Y si es el desconcierto quien me enmudece para negarlo y desafina imitando, usurpando, mi voz, yo sé que estáis vosotros. Todos, los muertos y los vivos, ordenados en genealógica sucesión de azar para volver y concebirme como amor o memoria. Como amor y memoria si canto el imposible olvido enamorado.
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