-Hablaba usted de que siempre ha estado muy vinculado a esta tierra onubense.
-Muy vinculado, sobre todo emocionalmente. Viví un verano inolvidable de 1961, profundo en mi vida, en Minas de

-¿Cómo recaló allí?
-Por el padre José Luis, que había sido profesor mío. Era el párroco de Riotinto, el creador de la cooperativa de mujeres. Un padre rojo, un padre de izquierdas y un cura comprometido, que había sido capuchino. Me daba clases en el colegio San Hermenegildo de Dos Hermanas, un colegio para niños difíciles y complicados. Llamémosle así.
-¿Tan travieso era?
-Era complicado, porque era un niño que hacía demasiadas preguntas en una sociedad en la que no se podían hacer tantas preguntas.
-Dicen que allí decidió ser actor, en Riotinto.
-No, no. Allí decidí ingresar en la Escuela de Cine de Madrid y participar en la aventura del mundo del espectáculo. Quería estar, no ser. Luego quise ser actor.
-¿Qué otros recuerdos conserva de Huelva?
-Recuerdo los viajes a la playa de Punta Umbría en uno de los camiones de pescado, cuando la gente era solidaria y llevaba en portes a estudiantes en el autoestop de la vida.
-También residía aquí un ser querido.
-La tata que nos cuidó a la muerte de mi madre, Ana Jiménez, metida a monja en una organización apostólica luego, donde le daba servicio a los obispos. Sé que estuvo en Huelva dando servicio al Obispado mucho tiempo. Le perdí la pista. Me gustaría mucho verla y que Huelva Información me permitiera llegar a ella, para que sepa que la ando buscando.
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