03/11/2007
'El mar invisible' es la nueva novela del escritor onubense Juan Cobos Wilkins que acaba de presentar en Madrid y a la que le seguirá otras hasta llegar a Huelva en diciembre, para poner el colofón a esta gira literaria.
-¿Qué sentido tiene hoy en su carrera un premio como el de Ciudad de Torrevieja?
-Para 'El mar invisible' quería el respaldo de un premio que tuviera eco importante. Es una novela de enorme intensidad y no para la fugacidad que hoy en día tienen las novedades que desaparecen de las mesas con rapidez inusitada, en la que apenas da tiempo el boca a boca de los lectores.
-¿Cuál es la trama de la nueva novela?
-Se sitúa a lo largo de una madrugada en la que dos presos mantienen una conversación a corazón abierto, incluso se podría decir a tumba abierta, porque uno está condenado a garrote vil, va a ser ejecutado al alba, o indultado, no se sabe, pero puede ser su última conversación. Damián Jaramundi 'El Jara' ha sido condenado por el asesinato atroz, brutal de dos hermanas, una discapacitada mental. El pide mantener una conversación con Lorenzo Alangel, preso por doble motivo, por la defensa de las libertades cívicas y por la Ley de Rehabilitación Social, por motivos de homosexualidad. Estamos en 1971, cuando se desarrolla la novela. Es una madrugada de escalofríos físico y espiritual, son horas de angustias y esperanza.
-¿Qué es lo que busca en 'El mar invisible'?
-Quería escribir una novela que hablara del amor, de las soledades, de la libertad y del poder sanador de la palabra, que ayuda a caminar sin dudas sobre las aguas de mares invisibles. En esa situación final están dos personas en una celda cuando uno de ellos espera la muerte o el indulto.
-¿Lo recrea en la cárcel de Huelva?
-No, puede ser cualquiera, a la cárcel a la que alude se llama el Arca. Sí quería que el amor, la soledades y el poder sanador de la palabra situarlo en una cárcel, pero ambos personajes, el maestro y el boxeador son inventados. Lo que sí es cierto que a lo largo de los últimos años se han dado los pasos para que se materializara la forma que hoy tiene la novela. Hace años en la cárcel de Huelva me invitaron a mantener una charla, era una conversación para grabarla y emitirla en el circuito cerrado de televisión que ellos tienen. Me encontré un salón abarrotado de gente, era para una hora y estuvimos hasta bien entrado el mediodía. Me impresionó el interés por mi libro 'El corazón de la tierra' y las preguntas que se hicieron. Después supe que había más de medio millar de preso en lista de espera para leer libros míos. Visité la biblioteca, mantuve una charla con los presos y me conmovió mucho que donde antes había barrotes paralelos que privan de libertad se alineaban libros que contienen la libertad de la palabra. Lo único que no arrebatan los barrotes de la cárcel es la imaginación y el pensamiento.
-¿Mantiene esos encuentros con los presos?
-El mayor premio para un escritor y un ser humano, no ya de prestigio, el premio que a mi me emociona, es que los presos crearan un club de lectura y le pusieran mi nombre, que al final se le pone siempre a los clásicos, a la gente muerta. Para mi ha sido un acicate y aliciente para seguir trabajando.
-¿De qué forma le ha marcado este club literario?
-Mucho, tanto que valoro lo que para ellos son estos encuentros. Cada vez que puedo intento alguna salida para actos literarios, la última vez fue en mi pregón de la Feria del Libro, allí incluso un representante de los internos intervino en el pregón. Además les he visitado hasta de rey mago llevándole lotes de libros, me escriben y les contesto.
-¿En dónde está el origen de esta novela?
-Hubo muchos momentos. En la antigua prisión de Huelva se colocó una placa que recuerda el encarcelamiento de homosexuales a los que se les rendían un homenaje por su privación de libertad y las vejaciones que sufrieron. En esa cárcel estuvo Miguel Hernández, yo tuve la suerte de que me llegara su expediente y publicarlo.
-Pero ha querido incluso estar dentro del papel del preso.
-Tuve la suerte de que el director de la prisión me permitiera visitar la antigua cárcel y pasar en ella cuanto tiempo quisiera. Para ver cómo entraba la luz, el rastrillo, los cerrojos de cuento de terror, celdas de castigos, el celular, el patio, el comedor, las letrinas, el locutorio... Visitarlo todo, empaparme de los sonidos.
-¿Por qué el mar en la novela?
-Estando en la cárcel de Huelva me di cuenta de que el mar es un gran símbolo humano de libertad, un horizonte inalcanzable. Y estando entre muros de una cárcel, donde se huele a salitre y llega la brisa, pero no se puede ver el mar, esto potenciaba la privación del encarcelamiento. Saber que el mar esta a un tiro de piedra era aun más lacerante.
-¿Puede llagar a percibirse como una obra de temática gay?
-No, porque se reduciría. A uno de los personajes se le aplica la Ley de Rehabilitación Social, sufre humillación por el simple hecho de una opción de amor. Es una batalla importante del libro, un pilar básico, pero no es estricto del tema. Pero sin él no se entiende el mar invisible, las olas del mar no se moverían sin este tema.
-Es una prosa de nuevo marcada por su poesía.
-Aquí hay una dura belleza. Hay quienes me daban las gracias, porque siendo un tema tan duro y arriesgado, de tanta fuerza, sin embargo hay una mirada al mundo de un poeta, que trata de escribir con precisión se puede trasmitir la conciencia y la emoción.
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