sábado, 7 de julio de 2007

Cobos Wilkins vuelve a caer ante diosa de la poesía con 'Biografía impura'

06-07-2007

El escritor español Juan Cobos Wilkins se ha rendido de nuevo ante la 'gran diosa' de la literatura que es la poesía y, después de casi diez años sin un libro de versos, volverá a las librerías con el poemario 'Biografía impura'.

Es el fruto del arrebatamiento que desde hace más de dos veranos recayó sobre el autor de Riotinto (Huelva, 1957) y que él ha combinado con asuntos más puntuales de sus ocupaciones, la narración de largo aliento o viajes como el que le trajo a Colombia, para una semana del libro andaluz en Bogotá.

'Pero la poesía nunca está a un lado', sostiene Cobos Wilkins, y explica que lo que pasa es que este género 'llega cuando quiere, donde quiere, como quiere'.

Lo cual, aclara al instante, no significa que en algún momento haya abandonado el verso, porque la poesía, cuando se ha escrito desde los albores de la adolescencia, 'ya no es un sarampión; se convierte en algo crónico'.

Es un ejercicio de décadas dominante en su bibliografía, con poemarios como 'El jardín mojado' (1981), 'Los dioses extranjeros' (1989) o 'Las hojas del encantamiento' (1993), y a los que, como a sus cuentos y relatos, hermanará desde 'el año que viene' con 'Biografía impura', en el que ha podido emplearse a fondo después de desprenderse de 'Mientras tuvimos alas' (2003), su segunda novela.

'Cuando llega la poesía, es la gran diosa, la gran dama, la gran señora, y uno no tiene más remedio que caer a sus pies y adorarla, que es lo que he hecho', dice Cobos Wilkins, como si hubiese desandado la parte del camino que lo condujo hasta los otros géneros.

Todo un viaje por todo el universo literario que él explica a su manera: 'Hay algo que es un relámpago, y es el poema; hay algo continuado, que es una tormenta, y se convierte en la novela, y en medio está el trueno, que puede ser el cuento'.

Así que la primera tormenta que se abatió sobre él fue la de la urgencia de escribir 'El corazón de la tierra' (2001), historia que, afirma, se le imponía a sí mismo y ella se imponía a sí misma como una novela.

El título recoge hechos reales de la Andalucía de 1888, con el levantamiento aplastado, a la fuerza militar, de los mineros del yacimiento de cobre de Riotinto, que su abuelo le narró cuando él tenía 9 años.

Los lectores agotaron la primera edición a los pocos días de su puesta en el mercado, que pidió una y otra tirada, lo que dejó en Cobos Wilkins la certeza de que 'hay gente que espera en el mundo de la literatura algo más que la Historia que últimamente se cuenta'.

El escritor se felicita por haber recuperado los hechos de su Riotinto natal, que ocupan, dice, 'una página de la Historia de España que había sido secuestrada, borrada de los textos y se quería hacer desaparecer hasta de la memoria colectiva'.

Una amenaza que ha podido desterrar de tajo y por partida doble con la reciente adaptación cinematográfica que de ella hizo su compatriota Antonio Cuadri ('La buena voz', 2006).

El autor ha quedado satisfecho con la película por el acierto del director al 'volar su creación por los territorios' necesarios, sin apartarse del rigor de los 'hechos fundamentales históricos'.

Ese vuelo comprendió el escenario de los hechos, del que Cuadri pudo recoger y conservar el paisaje como el 'personaje' que es en la obra escrita.

Cobos Wilkins lo describe como 'de una fuerza telúrica arrolladora, extraño, devastado' y que deja la duda, en quien lo pisa por primera vez, de 'si pertenece a un futuro onírico en el que ya han explotado todas las bombas que nos amenazan, o a los primeros días de la creación del mundo en el que todavía los elementos, las aguas, la tierra, están confusos en sus límites'.

La causa ha sido la consecución del cobre con una técnica de combustión que, dice casi sobresaltado, genera una 'nube de dióxido de azufre altamente contaminante' que se extiende por kilómetros.

Con asombro reavivado, Cobos Wilkins cuenta que de todo ello ha quedado 'una oquedad de un kilómetro y medio de diámetro por medio kilómetro de profundidad, con galerías de veinte kilómetros', y, también, una tierra 'de todos los colores', como si 'un arco iris hubiese caído y la hubiese impregnado'.

Allí ha vuelto a estar él, para un paso fugaz en la película, como extra, caracterizado de época, junto a Catalina Sandino, la colombiana protagonista, o el cubano Jorge Perugorría.

Cobos Wilkins cree que es un 'testimonio histórico o sentimental' que quiso dejar, de él, el director Cuadri.

Terra Actualidad - EFE