Poeta, escritor, narrador, crítico, guionista y director literario. Juan Cobos Wilkins es un mago de la palabra en toda su expresión. Este onubense reflexivo y audaz se adentra de nuevo en el mundo poético con Para qué la poesía, en el que narra con una originalidad y fuerza extraordinarias el verso olvidado. Cobos, que recibió el premio Poesía Ciudad de Torrevieja 2011, lucha contra la confusión del Alzheimer con memoria y con recuerdos en negro sobre blanco. Poseedor de un extenso hacer profesional relacionado con el mundo de la literatura y la creación, y periodista de formación, el autor ha realizado un sinfín de actividades relacionadas con el mundo de las letras, desde guionista de programas de radio, como El loco de la colina, hasta director de una revista literaria o responsable de la Casa Museo del poeta andaluz, también de Huelva, Juan Ramón Jiménez.
El escritor nacido en Minas de Riotinto, Huelva, en 1957) acaba de publicar un nuevo poemario, Para qué la poesía, que ha sido galardonado con el Premio Ciudad de Torrevieja.
¿Para qué la poesía? Para sanar, para vivir, para sobrevivir, para convivir, para renacer. Hasta este momento de mi vida, y en él, así lo creo. Lo afirmo. Y lo firmo en este libro. La poesía, la música... El arte es un bastión, una isla para el náufrago, un puente colgante en el vacío, mano en el hombro para la soledad. Emana y genera un inaprensible poder emocional, e, igual que una Pietá, nos sostiene.
¿Le gustó la versión que se hizo para la gran pantalla de El corazón de la tierra? Por favor, sea sincero.
La película la veo como inspirada en mi novela, no basada en ella. Y se desliza por derroteros diferentes, incluso no existentes en mi obra. Yo la contemplo como proveniente de eso que llaman mundos paralelos. El corazón de la tierra en tinta late con sístole y diástole distintas al del celuloide.
¿Quiénes son y han sido sus referentes literarios en su trayectoria profesional?
Si hiciese una lista, además de prolija -tanto en su acepción de larga, como de pesada-, siempre tendría algo de queso gruyer, es decir, con agujeros, con carencias, así que voy a remontarme al principio y en el principio era el verbo, la palabra... La palabra oída, las palabras escuchadas en los relatos, en los cuentos que me contaban cuando era niño. En esa literatura oral, maravillosa, mágica, de la infancia, ahí está mi inicio.
¿Qué visión tiene de la muerte? ¿Y de Dios?
La muerte está tan segura de alcanzarnos que nos da toda la vida de ventaja. De ella temo esos metros finales de la carrera: la enfermedad, el deterioro, el sufrimiento, el dolor. En cuanto a la visión de Dios... de momento, no tengo ninguna. Si un día se me aparece, lo cuento, lo fotografío y seguro que es un divino bestseller.
¿El cielo es la más perfecta de las metáforas o es un anuncio de El Corte Inglés?
En repostería suele ser un tocino de..., para mi gusto demasiado dulce, empalagoso.
¿Qué supondría para un poeta el Alzheimer? ¿Con qué palabras o con qué poema pelearía con más ahínco para que no se le perdiera?
De mi relación con enfermos que padecen esa devastación, ese avance inexorable y voraz, esa maldita escoba que barre los recuerdos, esa cruel goma de borrar la memoria, ha nacido este libro Para qué la poesía. Él contiene las palabras, los poemas, la vida que pelea por seguir presente, a flote. Yo desearía no haber tenido la necesidad de escribir este libro.
¿Se decanta por la novela, la narrativa o la poesía?
Poesía, novela, relatos... cierto que me adentro en diversos géneros literarios. Todos nacen de la palabra. A mí me resulta natural. Lo que se quiere escribir desea, a su vez, ser dicho de una forma determinada. Y de acertar o no en la elección dependerá la precisa comunicación. La historia de El corazón de la tierra como la de El mar invisible requerían ser novelas, lo eran, no podría haberlas desarrollado eficazmente en versos. Sin embargo, Para qué la poesía o Biografía impura llegaban, desde antes de materializarse, con voz lírica. Además, yo he nacido en una tierra, Huelva, en la que tan excelente es el jamón como la gamba. Me pregunto por qué conformarse con uno si se puede tener los dos.
¿Qué diferencia a un novelista de un poeta?
Indiscutiblemente, la metamorfosis de la palabra.
¿A cuántas mujeres ha llegado a seducir con sus poemas y sus libros?
Seducir puede ser cautivar el ánimo, pero también engañar con arte y maña para, de esta forma, persuadir suavemente hacia el mal. Así que esa pregunta necesita la presencia de un abogado. Acaso de un abogado del mismísimo diablo.
Muy agudo, oiga. ¿Qué sentido tiene la acepción de reencantar el mundo?
Es vivir con el asombro, con la ilusión pura del estreno de los sentidos. Sin ese desgaste de lo ya visto y sin esa carcoma de lo ya conocido. Es como el niño que, por primera vez, va a contemplar el proceso de un gusano de seda.
Javier M. Faya
La tribuna de Albacete