11/03/2009
El libro Al oeste de Varsovia, de José Angel Cilleruelo, Premio Málaga de Novela 2008, fue presentado ayer en Sevilla como una obra “imprescindible y necesaria” para estos tiempos y que no sólo hace mejores lectores, sino también mejores personas, ya que “la escritura luminosa desde la profundidad, el riesgo y la conciencia de la memoria están presentes en el ser humano y en el eje central de la reivindicación de sí mismo”, aseguró Juan Cobos Wilkins, miembro del jurado y presentador, quien agregó que Cilleruelo “sabe nombrar y no hacerlo en vano, teniendo la precisión del poeta y el conocimiento del largo recorrido del novelista”.
Los trazos del argumento de Al oeste de Varsovia, editada por la Fundación José Manuel Lara, cruzan dos épocas “que se alternan”. En una se cuenta la historia de un profesor y poeta vanguardista que vive en Zielona Góra (Polonia), alejada de la gran ciudad y se relata su asesinato a manos de los nazis. Cilleruelo indicó que “mientras se deshilvana este personaje, por otra parte se hilvana otra figura de la novela, una mujer, esposa del nieto del profesor asesinado, que presenta una tragedia personal y no sabe cómo liberarse de ella en la sociedad de Varsovia, desconfiada de sus amigos”. De este modo, la figura femenina decide rastrear la muerte del profesor y abuelo de su marido “para así comprender las raíces de la tragedia y, asimismo, liberarse del peso de su propia desgracia”, afirmó.
El Correo de Andalucía
jueves, 12 de marzo de 2009
viernes, 6 de marzo de 2009
El corazón de la tierra
17 de febrero de 2009
Riotinto y sus casas victorianas son testigos mudos de la primera revolución medioambiental de nuestro país, entre caminos verdes y matas de romero e hinojo en flor.
En esta tierra se mantuvo un poder colonial durante 81 años. No hay tumbas que recuerde a los más de cien mineros (y mujeres, y niños, y ancianos) que murieron bajo el fuego graneado de los soldados del Regimiento de Pavía el sábado 4 de febrero de 1888; donde fueron asesinados, cuando reclamaban mejoras salariales y el fin de los humos tóxicos que envenenaban el aire. Juan Cobos en su novela El corazón de la Tierra, nos hace un relato desgarrador.
Se sabe que fue un anarquista, Maximiliano Tornet, el elemento catalizador de aquella protesta. , en una España decimonónica bajo la regencia de Maria Cristina, unos valientes forjaron con su lucha y sacrificio, una de las paginas mas emotivas de la lucha obrera.
Riotinto sufrió el colonialismo ingles, fueron tratados como esclavos en su tierra, pero ellos y ellas nos dieron una lección que jamás podremos olvidar, su lucha no fue en vano y con su sangre vencieron al capitalismo dominante.
Pedro José Narváez Benítez y Juan Manuel Canle Durán
La Voz de Salamanca
Riotinto y sus casas victorianas son testigos mudos de la primera revolución medioambiental de nuestro país, entre caminos verdes y matas de romero e hinojo en flor.
En esta tierra se mantuvo un poder colonial durante 81 años. No hay tumbas que recuerde a los más de cien mineros (y mujeres, y niños, y ancianos) que murieron bajo el fuego graneado de los soldados del Regimiento de Pavía el sábado 4 de febrero de 1888; donde fueron asesinados, cuando reclamaban mejoras salariales y el fin de los humos tóxicos que envenenaban el aire. Juan Cobos en su novela El corazón de la Tierra, nos hace un relato desgarrador.
Se sabe que fue un anarquista, Maximiliano Tornet, el elemento catalizador de aquella protesta. , en una España decimonónica bajo la regencia de Maria Cristina, unos valientes forjaron con su lucha y sacrificio, una de las paginas mas emotivas de la lucha obrera.
Riotinto sufrió el colonialismo ingles, fueron tratados como esclavos en su tierra, pero ellos y ellas nos dieron una lección que jamás podremos olvidar, su lucha no fue en vano y con su sangre vencieron al capitalismo dominante.
Pedro José Narváez Benítez y Juan Manuel Canle Durán
La Voz de Salamanca
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