Lugar de nacimiento: Riotinto (Huelva), 1957.
Trayectoria: Creador de la Fundación Juan Ramón Jiménez. Es crítico de `El País´. Ha escrito poesía, teatro y prosa. Su novela `El corazón de la tierra´ ha sido llevada al cine por Antonio Cuadri.
Juan Cobos Wilkins pasea por la ciudad su nuevo libro, El mar invisible , que ha sido finalista del Premio Novela Torrevieja 2007.
--Quería escribir una historia que hablase del amor, de las soledades, de la libertad y del poder sanador de la palabra. Se me apareció cómo sembrar esta voluntad en un terreno que potenciaba todo eso. Fue de una manera, casi como formando parte de un misterioso azar y del destino.
--Han creado un club de lectura con su nombre en la prisión de alta seguridad de Huelva, ¿cómo surgió esta iniciativa?
--Cuando publiqué mi primera novela, El corazón de la tierra , recibí la invitación de los presos de esta cárcel, para mantener un encuentro con ellos, porque les había impresionado el libro y se celebró una conferencia y una entrevista. Aquello tenía que durar una hora, en el año 2002, y estamos en el 2007 y continúa la relación. Pasado un tiempo, supe que había más de medio millar de presos en lista de espera para leer algún libro mío, eso me impresionó. Después, había una biblioteca en la cárcel y los presos y presas creaban un club de lectura y le ponían mi nombre. Fue conmovedor, porque a esas cosas se le suele poner nombres de autores clásicos, muertos, pero no de alguien de mi edad. Y además, porque en vez de haber barrotes, alineados, privando de libertad, lo que había en la cárcel eran lomos de libros, que contienen algo que da la libertad, que son las palabras, algo que no se puede encarcelar, que es la imaginación.
--¿Cuánto de la realidad ha cogido para escribir esta obra?
--Pues junto a esa realidad que acabo de contar, en una antigua prisión de la dictadura franquista, que había sido cárcel de homosexuales, se colocó una placa que rendía homenaje a los represaliados, encarcelados y humillados, sencillamente por su opción amorosa. Pero esa cárcel, había servido también de prisión al poeta Miguel Hernández. Era la primera cárcel a la que él llega antes de comenzar el gran peregrinaje doloroso de cárceles para morir en una de ellas. Era la palabra de un poeta la que se había tratado de privar, alguien tan comprometido con la libertad como Miguel Hernández. Y todavía no ha terminado la historia. Antes de que esa cárcel pasara a mejor vida, a mí me hicieron llegar misteriosamente el expediente carcelario de Miguel Hernández. La unión de todo esto hizo que encontrara ese terreno fértil en el que sembrar las ideas y las emociones sobre las que deseaba hablar.
--Y entre tantas historias, ¿cuándo aparece el mar?
--Pedí visitar esa antigua cárcel de la dictadura, y fue terrible, sobre todo los cerrojos, que son descomunales, como en un cuento de terror infantil, que además se cerraban todos a la vez para producir angustia y que su eco resonara en la noche. Y desde aquellos muros se podía oler el mar, llegaba la salitre del mar a los ladrillos y a las piedras, estaba casi al alcance de la mano, pero no se veía. El mar es el gran símbolo de la libertad para el ser humano. Es ese horizonte inalcanzable, con el que soñamos algún día convivir, pero que siempre está un poco más lejos.
Diario Córdoba