30/01/2007
Poeta y escritor español nacido en 1957 en la localidad de Ríotinto, en Huelva. Creador de la
Fundación Juan Ramón Jiménez, fue director de la Casa-Museo del poeta en Moguer. Es crítico de El País y de la revista Turia. Este escritor polifacético, ha publicado poesía, teatro y prosa. Ha sido traducido a diversos idiomas y ha sido incluido en numerosas antologías y estudios de literatura española contemporánea. Pero... ¿Qué sabe de nuevas tecnologías, cómo la utiliza y cuánto un andaluz ilustre como Juan Cobos Wilkins?
¿Qué cree usted que va a aportar y aportará Internet al mundo de las letras?
Una especie de libro de arena en una veloz biblioteca intangible plena de conexiones que, a su vez, se conectan (¿qué diría Borges?) La pantalla, como el dios Jano, tiene dos rostros. Puede resultar gratificador o envenenado.
¿Publicaría sólo en Internet?
¿Únicamente en internet?, ¿por qué?. Me gusta el tacto de la hoja de papel en la yema del dedo. Sus líneas paralelas ante mis ojos. Tocar lo que leemos en una doble caricia mutua, compartida, y a la que no deseo renunciar.
¿Cuánto entra en Internet y cuánto utiliza el correo electrónico?
Lo uso a discreción. Generalmente para asuntos profesionales.
¿Detecta usted que las tendencias poéticas y literarias en la web son más audaces que en la literatura impresa convencional?
Parece que en la red más que en otros sitios el mensaje es el medio. Pero el riesgo, la transgresión, la profundidad creativa en rebeldía es siempre interior, de fondo. Está en la sangre de la creación no en la ropa que viste al cuerpo que contiene esa sangre.
¿Internet gratis para todos?
Sí. Y un ramo de metáforas, un traje de hojas de libros, un viaje a la biblioteca de Alejandría. Luz de aurora boreal o de anillos de Saturno para alumbrar las lecturas.
¿Para qué encendió el ordenador por última vez, justo antes de contestar a este correo?
Para consultar información cultural, artística, social, política... para desplegar el mapa mundi del ser humano. Pero siempre con precaución y abierta la duda de la interrogación. Por eso de la pantalla voy al libro, a la enciclopedia. Es un emisario tan rápido como Mercurio, el de los pies alados. Pero cuando deseo una calidez mayor e intimidad escribo a mano y echo mis cartas a Correos. Abrir el buzón y hallar un sobre con nuestro nombre escrito a mano me resulta más placentero que el mensaje electrónico.Para responder a unos muy amables lectores.
¿Compra usted por la red?
No. Prefiero comprar en tiendas en las que pueda poner los cinco sentidos sobre el género que adquiero y mirar a los ojos de quien me atiende, preguntarle...
¿Son caras las obras impresas? ¿Podrían ser más baratas en algún formato como el digital que no estuviera impreso?
Un libro de bolsillo cuesta menos que una cerveza con tapas. Ésta concluye en el váter a las pocas horas y desaparece entre aguas, cañería abajo. El libro nos enriquece, nos acompaña, nos guía y enseña, nos conforta, pasa de padres a hijos, a nietos... vence al tiempo y a cada uno le habla al oído con voz propia. Échense cuentas a ver si es caro un libro.
¿Qué aspecto tiene Andalucía en la red?
A Andalucía no necesito mirarla en la red, la veo todos los días, tangible, viva, en la calle.
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